El auge agrícola inició hace unos 20 años, pero se considera a un misionero evangélico estadounidense haber introducido el cultivo de hortalizas cuando debió sobrevivir de alguna manera en 1903. La gente siguió su ejemplo y cambió la venta de pasto por verduras. Hace unos 20 años, de Almolonga salían unos 18 camiones cargados de hortalizas cada mes, hoy son unos 65 diarios. Tanto evangélicos como católicos creen que esto es un don divino.
Los evangélicos, que según sus propios cálculos conforman el 92% de la población total, creen que la prosperidad la reciben de Dios en respuesta a su entrega y servicio. Los mismos lideres municipales creen en que todo lo recibido proviene del cielo desde que “la gente abandonara el alcoholismo y la idolatría y se entregara a Dios”.
Mariano Riscajché, pastor de la iglesia El Calvario, la más grande de las 18 que existen en Almolonga, dice que Dios ha sanado corazones, ha eliminado vicios y brujería, que era muy arraigada en la población con su culto a San Simón. Ahora la gente invierte mejor su dinero.
La población estudiantil ha incrementado y de las 36 cantinas que había solo quedan tres; la delincuencia se esfumó, los campos son bendecidos con agua todo tiempo y “el hielo” no quema las plantaciones como en otros sitios. Hace veinticinco años, aquí no habían vehículos y las hortalizas eran muy pequeñas. Oramos mucho porque todo prosperara. De repente el precio de la verdura subió y el mercado se abrió”, recuerda Riscajché. A Almolonga llegan misioneros extranjeros y creyentes, motivados por los que ocurren, entre ellos muchos salvadoreños.
Existen dos milagros que más se recuerdan en Almolonga. La sanidad de dos niñas, una con un raro mal en sus piernas que le impedía caminar desde su nacimiento, y otra con una deformidad en sus intestinos. “La gente cree porque ve la mano de Dios aquí. Mi esposo ora mucho por este pueblo y el Señor le responde”, dice Micaela, esposa del pastor. Los católicos no desmienten la obra divina. “Lo que tenemos, solo a Dios se lo debemos”, afirma Pedro Coto, creyente católico. “Dios ha bendecido las tierras... Es muy lindo lo que Él hace, pero algo más tiene que pasar”, dice el pastor Riscajché, como augurando un mayor accionar de Dios en favor de Almolonga.